La crisis en Venezuela IV. La degeneración del régimen

Jose Valle, 22/05/2017    #VENEZUELA, #CHAVISMO, #DEGENERACIÓN DEL RÉGIMEN



Imagen: www.vox.com

Al mismo tiempo que se consigue el control de los medios de comunicación, se inicia el asalto a la economía. El régimen solo encontró una forma de alimentar la maquinaria: mediante los ingresos del petróleo. Y es aquí donde se estaba gestando otra tormenta perfecta, ya que un barril que se mantuvo por encima de los 100 dólares durante varios años, un precio pocas veces visto anteriormente, volvió a situarse por debajo de los 50 en 2016. Mientras que la producción se redujo en cerca de 1 millón de barriles, diarios a causa de la mala gestión de los yacimientos. Ambas causas produjeron la pérdida de miles de millones de ingresos en un momento crítico para la economía venezolana.

En estas circunstancias, el asalto a las empresas y el desplazamiento de las clases medias, fue la forma elegida para reemplazar a los "competidores" del escenario del poder. El tejido económico se ha dañado de forma extrema, recurriendo a la expropiación de bienes y empresas, de una forma que sería cómica, si no fuera por las consecuencias que ha tenido para las estructuras productivas. La recuperación, incluso en las circunstancias adecuadas, supondrá el reto de una o más generaciones.

En la medida en que la clase productiva se quedaba sin recursos, iba complicándose cada vez más la recuperación. Ante su electorado y el público afín, el régimen de Chávez recurría a denunciar las prácticas acaparatorias de la oligarquía económica venezolana, que ya estaba abandonando el país debido a la insostenible situación. Si bien es cierto que habrá existido acaparamiento, no queda claro por parte de quién. Pero es evidente que hace falta mucha capacidad económica y de almacenaje para distorsionar la distribución de los bienes básicos de un país de 30 millones de habitantes. Esto es algo más propio de un gobierno con medios, que de unos cuantos empresarios que se ponen de acuerdo. Porque lo cierto es que la inseguridad física y jurídica han obligado a cerrar empresas o se malvendan a empresarios afines al régimen. Estos ya tienen una posición dominante en muchos sectores. La ineficiencia de gestores y cuadros inexpertos ha rematado la situación. 

Un ejemplo que ilustra gráficamente la forma de actuar del chavismo, muchas veces repetida y con graves consecuencias como decíamos anteriormente, es la expropiación de las tierras de Franklin Brito en 2005. El empresario y biólogo perdió su hacienda al sur del país, expropiada por el INTI, Instituto Nacional de Tierras, por un conflicto de propiedad y con la excusa de crear cooperativas. En 2010, el empresario de 1,90 de estatura, pesaba 35 kilos el día de su muerte, que se produjo en un hospital militar donde estaba retenido, a consecuencia de las repetidas huelgas de hambre. En 2015, diez años después de la expropiación, su hija Ángela denunció que la hacienda continuaba improductiva. Hoy su familia sobrevive como puede, dando clases y en otras tareas, ya que no pueden cultivar las tierras que han conseguido conservar. Las cooperativas o no existen, o apenas producen. Desde un punto de vista económico y social esta gestión es demencial. Desde el punto de vista humano un desastre irreparable. 

Y la repetición de este modus operandi explica cómo se ha llegado a la situación actual, ya que sus consecuencias se han trasladado a toda la economía. Hay problemas para obtener alimentos básicos, medicamentos, productos de higiene, calzado y ropa, faltan los repuestos para la maquinaria y los automóviles. Con los combustibles el tema es tan absurdo, que Venezuela, uno de los principales productores de petróleo del mundo, también tiene problemas con el suministro. Es la consecuencia del deterioro de las instalaciones que producen la gasolina y los medios de distribución. Se han denunciado casos de alumnos que en la zona interior del país, tienen que acudir al colegio en carros tirados por animales, porque no hay piezas de recambio ni posibilidad de mantenimiento de los autobuses escolares.

El hecho de que buena parte de la economía esté en manos del estado o de empresarios afines al régimen, ha dejado fuera a la competencia tradicional, buena conocedora de la economía venezolana. Así que no parece que tenga mucho sentido echarle la culpa del desastre económico a la clase empresarial. Por mucho que sea el mantra recurrente en algunos sectores, el gobierno no solo les ha quitado influencia, apenas tienen recursos y muchos deben conformarse con sobrevivir. Sin quitarles toda la responsabilidad, poca es la que han tenido y menos las que puede quedarles. 

La sanidad es otro de los grandes afectados por falta de suministros básicos y medicinas.  Recientemente el gobierno ha destituido de su cargo a la ministra de Sanidad porque su ministerio filtró datos del boletín epidemiológico, que desde 2014 está bajo embargo gubernamental para evitar interpretaciones políticas, en el que se recopilaban las estadísticas del año 2016. En ellas se muestra un aumento del 30% en mortalidad infantil y un 65% en la materna. Reaparece la difteria, que se consideraba erradicada, con unos 300 casos y se ha vuelto endémico el paludismo. Si en la economía la situación es complicada, en lo relativo a la salud publica Venezuela ha vuelto a la época anterior a Chávez.

Recientemente, el presentador Frank Cuesta denunciaba en las redes sociales el caso del hijo de unos amigos venezolanos, muerto por el cáncer que padecía. Sus padres son personas de buena posición, con dinero para permitirse cualquier tratamiento, pero no han podido encontrar las medicinas, y lo más lamentable, no les han dado permiso para viajar a Perú y atender allí al niño. Si esto ocurre con las personas pudientes, la situación para los menos afortunados es difícil de asimilar desde la “empobrecida” España.

Venezuela se parece cada vez más a Cuba. Incluso el discurso de defensa del régimen y su modelo de sociedad es el mismo utilizado por los cubanos afines, aunque aquí no existe un bloqueo norteamericano al que culpar de todos los males. De hecho Estados Unidos es el principal cliente del petróleo venezolano, que supone un 20% del PIB y gran parte de sus exportaciones. Así es que si ellos estuvieran apoyando a la oposición para librarse de Maduro, que también podría ser, sería mucho más fácil y rápido dejar de comprar su petróleo. Esto sería bastante más eficaz que apoyar el descontento en las calles.

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