Por una izquierda más exigente

Jose Valle, 16/03/2017    #OPINIÓN, #ECONOMÍA




¿Qué nos diferencia a nosotros de los demás? ¿Qué defendemos la legalidad y ellos no? ¿Siempre hacemos lo correcto? ¿Actuamos como seres racionales en cada ocasión? Lo cierto es que la autocrítica es un lujo que no podemos permitirnos, porque si no dejamos las vergüenzas al aire. Por supuesto de todo habrá, pero yo tengo claro que me equivoco unas cuantas veces cada día.

No me comporto como un robot, a menudo soy políticamente incorrecto, digo lo que pienso, me enfado, me crispo, y me molestan los planteamientos tramposos de los otros... Así de coherente soy. Pero algún matiz hay, en mi incoherencia, porque también me cuesta mucho tragar con la demagogia de los "míos". Cuando me doy cuenta, porque imagino que a menudo me la envainaré como los demás. En ese momento me pongo en el lugar del otro, e imagino que solo se fijará en ese detalle, en la demagogía de sus otros. Puedes reemplazar los míos y los otros por lo que quieras: socialdemócratas y conservadores, liberales y comunistas, nacionalistas de un cuño frente a los de otro, secesionistas vs constitucionalistas... Y viceversa.

La demagogia tiñe con lo más feo de la ideología los temas económicos, enfanga algo que es básico para lograr una prosperidad real. Después de los 10 añitos de crisis que nos hemos tragado, sería para que la mayoría tuviéramos nivel master en macroeconomía, pero no. Las afirmaciones que implican mayor gasto, gastar más sin medida, indican que hasta en aritmética básica el tema aún no acaba de estár asimilado. Por supuesto siempre hay una noble razón que lo justifica. Como mucho se plantea cortar el despilfarro en algunos temas, sin ser conscientes de que evitarlo solo en eso, no será suficiente para cubrir el coste de la nueva fiesta. Por muy necesaria y legítima que sea.

¿Por qué no se habla de eficiencia? ¿Por qué no se entiende que el estado mastodóntico que tenemos es inasumible? ¿Cómo es posible que Singapur tenga una mejor sanidad o educación que la nuestra, invirtiendo menos, mientras se funden en defensa ¡más del 20% del gasto! nosotros el 5%? Tienen un gasto público total de menos del 20% del PIB, mientras aquí nos pulimos más del doble. Tal vez no sepas lo que significa esa cifra, gastar la mitad, pues es como si de repente te metieran en la nómina unos 1.100 euros cada mes. A ti y a cada trabajador de España, todos los meses, para siempre. ¿Cómo cambiaría tu vida? ¿Es una razón suficiente para cuestionarnos cómo se emplea el dinero? Si gastan más en cada partida, tienen magníficos servicios y lo hacen sacando menos dinero del bolsillo de sus ciudadanos, ¿no crees que hay algo que deberíamos aprender de su manera de hacer? Yo creo que urgentemente.

Pero Singapur es una semidictadura de liberalotes infumables, así que no nos fijemos en lo que funciona y vamos a quedarnos solo con las etiquetas. ¿Nos detenemos en Australia? Es una democracia similar a la nuestra, unas veces gobiernan sus conservadores, otras los socialdemócratas. Ellos gastan más que nosotros en todas las partidas importantes que se te ocurran, tanto en cifras absolutas, como en gasto per capita, y sin embargo dedican al gasto público un 36% del PIB, frente al 42% nuestro. Gastan más en todo con un porcentaje menor, la cuadratura del círculo otra vez. Solo gastan 6 puntos menos, poca cosa en realidad... ¡NO, es un tren de dinero! Haría falta un mercancías para meter tantos billetes. En números gordos 60 mil millones de euros, 10 billones de pesetas de las de antes. Casi 300 euros más en cada nómina, 3.300 euros al año. No sé lo que significa para tu economía doméstica, para la mía es un pastón impresionante.

¿Se pueden dar lecciones de racionalidad a los otros desde posiciones ideológicas que en algunos aspectos son insostenibles? ¿No es hora de empezar a clamar por la eficiencia sin adjetivos? ¿No es el momento de ser, precisamente desde la izquierda, muchísimo más exigentes con el estado y con cada uno de nosotros? Y me voy a incluir, aunque cada vez me cuesta más verme como alguien de izquierda, por todos los listos que se han apropiado de la etiqueta, porque aspiro a una sociedad más justa, que avance de verdad, con mayores oportunidades para todos. A esa izquierda exigente consigo misma es a la que estamos esperando.


 




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