Paro, mentiras y tasa de actividad

El paro es una cifra a la que presto poca atención desde hace años. En cambio, me preocupa mucho la de asalariados, esa sí. La del paro se puede alterar de mil formas diferentes, y  cada uno interpretará positiva o negativamente según le vaya.

Los políticos utilizan la cifra del paro como un arma arrojadiza, se enrocan en ella y ponen a funcionar la máquina de la demagogia. Lo cierto es que según cómo se interpreten, 4 millones de parados pueden parecer ser menos de los que en realidad hay, y un par de millones ser muchos. La cifra mágica es la del saldo de activos resultante cada mes, los que encuentran trabajo, frente a los que lo pierden. Esta si es una cifra que indica la salud del mercado laboral en España.

Pero hay otra que es aún más interesante para describirnos como economía moderna y competitiva: la tasa de actividad o tasa de empleo. Esta estadística mide un dato que soporta muy poco maquillaje, las personas que están en edad de trabajar, los que tienen entre 15 y 64 años, y lo compara con otra que tampoco aguanta muchas tonterías, el número de inscritos en la seguridad social.

España con 60 empleados estamos en los niveles más bajos de Europa. Alemania, Dinamarca o Noruega están en 75. Solo Italia con 57, está por detrás de entre las grandes economías. Mientras que Francia con 64 o Bélgica con 62 se acercan más a la posición europea. Y esta es la prueba de la poca validez de las cifras de paro.

Mientras que España está en el entorno del 18%, Francia tiene un 10% y Bélgica un 7%. Italia con un 11% tiene 7 puntos menos que España, cuando el porcentaje de los que trabajan son también un 3% menos. Obviamente el paro no se mide de la misma forma.

¿Es esto un consuelo? ¿Podemos quedarnos tranquilos? En absoluto. Si España tuviera las cifras de paro y actividad de Alemania por ejemplo, estarían trabajando 27 millones de ciudadanos en lugar de 18. Más de 100.000 millones de euros extras entrarían cada año en la caja del Estado. Los problemas de las pensiones o el deficit se verían de muy diferente forma.

Por tanto nuestro objetivo primordial no puede ser reducir unas cifras de paro, que también, esto va de que un porcentaje mayor de los que están en edad de trabajar, puedan hacerlo. Muchas cosas tienen que cambiar para lograrlo, porque algunos como Australia lo hacen mucho mejor.