Maduro se queda sin salidas

Jose Valle, 09/05/2017    #VENEZUELA, #MADURO



Imagen: Wikipedia

La iglesia venezolana al fin levanta la voz contra el gobierno chavista de Maduro. Los obispos han descrito al régimen como un socialismo del siglo XXI, un sistema totalitario, militarista, policial, violento y represor. Claro les ha quedado. Más vale tarde que nunca.

Después de las marchas por la libertad, que han costado ya 39 muertos, y del anuncio del gobierno de un proceso constituyente de lo más peculiar, la iglesia no podía seguir apoyando a un régimen criminal.

Maduro pretende aprobar una constitución que le perpetúe apoyándose en los más acérrimos. Ha eliminado del proceso a los partidos políticos y la oposición, repartiendo los 500 votos constituyentes en dos mitades: 250 para los "movimientos sociales", léase los que ellos digan, vamos los suyos, y 250 territorializados, mediante voto directo y secreto, para los ciudadanos.

Las posibilidades de que de ese referéndum surja algo decente parece que no son muchas. Si se parte con la mitad de las cartas marcadas, da igual qué parte del otro cincuenta por ciento diga que no, siempre ganarán.

Pero con ese desvergüenza que les caracteriza, sin cortarse un pelo, han decidido que solo podrán votar los trabajadores que estén registrados en el IVSS, su equivalente a la Seguridad Social. De un plumazo han eliminado a los parados, pero también a las amas de casa o los estudiantes. No olvidemos que son éstos los que encabezan las protestas, el movimiento de contestación popular.

La pantomima de democracia del chavismo está alcanzando un nivel que ya no hace ninguna gracia, ni a los que le han estado defendiendo como los obispos venezolanos. Allí ya se han enterado. Ahora solo hace falta que aquí empiecen a decirlo, sin cortarse: el rey está desnudo.

Lo del chavismo no es democracia, Venezuela no está siendo destrozada por el imperialismo yankee, son las políticas absurdas de un régimen dictatorial que se ha dedicado a esquilmar a su pueblo, las que conducen al país al desastre.

La ausencia de salidas del régimen, que se está quedando solo en la escena internacional y con la fortísima contestación interna, deja a la bestia sin escape posible. Y los gobernantes, más los millones de ciudadanos, que han vivido del régimen durante dos décadas, sin control, ni nadie a quien dar cuentas, los convierten en animales sin conciencia de límites. Pueden ser muy peligrosos.




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