Economía y fútbol son lo mismo

Jose Valle, 03/04/2017    #LIBERALISMO, #PROTECCIONISMO



Imagen: realpolitik.com.ar

Trump ha conseguido algo que podría parecer imposible: poner de acuerdo a la izquierda y a los liberales. Aunque para ser exactos, lo que ha logrado es tener enfrente a ambos, enfadarles, pero en absoluto por las mismas razones.

Hoy me cruzaba con un amigo del Facebook, periodista por más señas, que decía "Qué bien está el Rallo de hoy liquidando lugares comunes", en referencia a un artículo de Juan Manuel Rallo El Confidencial aportando datos de como el peso del sector industrial en EEUU viene reduciéndose desde hace 70 años. Pero esto es lo que hace Rallo habitualmente en su inquebrantable labor didáctica, aunque la diferencia es que esta vez le da a Trump, que lo hace a menudo, y que los datos son pocos y manejables.

Si un liberal no comparte el proteccionismo defendido por izquierdas y derechas, no es por que defienda una humanidad insolidaria, con unos pocos ricos y todos los demás pobres: no lo defiende porque sabe que no funciona. En el mundo actual la única forma de salir adelante, es compitiendo y a esto no se le puede dar la vuelta, al menos no de momento, pero sobre todo es la manera de garantizar a nuestros hijos un futuro y a nosotros una vejez mejor.

Defender el status quo actual es pelearse por las migajas. Aunque algunos sistemas como el francés puedan parecer envidiables, los datos muestran que defienden un modelo insostenible. Hace un par de décadas que comenzó el viraje hacia la economía del conocimiento y algunos parece que no quieren enterarse. Un sistema como el francés que vive en su anquilosada grandeur, basado entre otras cosas, en defender las prebendas de agricultores u obreros industriales, sectores muy minoritarios, solo puede llevar acabar con el desastre de la mayoría. ¿Es justo que porque unos pocos quieran defender sus privilegios todos los demás deban pagar las consecuencias?

Imaginemos que la economía española fuera por ejemplo el Valencia o el Bilbao. Nuestro objetivo es acabar en la Champions todos los años, ganarla ya sería la pera, pero llegar a la competición europea ya es un buen premio, significa haber alcanzado la élite. Tienes ahí siempre al Barcelona y al Madrid, con unos recursos y un nivel con los que no se puede competir sin muchos años de encajar las piezas, pero luego están todos los demás, el Athlético de Madrid, el Sevilla y el Betis, el Vigo o el Villareal, todos con las mismas ganas, con la misma hambre de triunfo. ¿Confiarías todas las etapas que te llevan hasta Europa a unas cartas marcadas, o te prepararías lo mejor posible para superar las fases que te llevan hasta la final de una Champions? ¿No hay duda verdad? ¿Y por qué se piensa que cualquier otra competición importante, en la que hay grandes contendientes, es diferente? ¿Una entre las economías de los países no es suficientemente grande?

Hay una alternativa a este modelo, y es montarte una liga a tu medida en la que compitas con los equipos que tu quieres y con las reglas que te vengan bien -eso es el proteccionismo en economía, lo que teníamos con Franco-. Hacerte trampas al solitario podrá servir para engañar a todos un tiempo, pero inevitablemente acabarás convirtiéndote en algo parecido a Grecia en el mejor de los casos, o a Corea del Norte si se tuerce mucho. En unos años la diferencia respecto a tus competidores será gigantesca. Aunque siempre se le puede dar la vuelta.

Esa es la ventaja de la economía frente al fútbol. Lo sabe cualquier con sentido común: el fútbol es injusto, un equipo que ha jugado muy bien puede perder por la mínima en el último momento. La gloria se la lleva solo el mejor entre los mejores. Pero la economía no es igual, prepararte para ser mejor ya tiene premio, uno que disfruta toda la sociedad, ya que los beneficios se perciben enseguida. Pero entrenar, estar en forma continuamente aún es mejor, puesto que es un capital para toda la vida. La única diferencia con el deporte son los músculos que debemos ejercitar: cerebro, creatividad, ganas, trabajo, afán se superación. Si lo piensas bien, no hay tanta diferencia entre los fundamentos de economía y fútbol ¿no crees?




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